sábado, 14 de noviembre de 2015

Un paso hacia adelante, dos hacia atrás (resumen de media temporada).



Este no es el año de Andrew Luck. No lo ha pasado bien sobre el campo, ha tomado malas decisiones y, por segunda vez esta campaña, se ve apartado de los terrenos de juego por una lesión. Su estado de salud, con un desgarro parcial de los músculos abdominales y una laceración en un riñón podría ilustrar perfectamente a la franquicia que representa.

Tras el comienzo de la que iba a ser la temporada de los Cols, por el momento, el equipo no sólo no se ha acercado a las expectativas que lo colocaban como uno de los máximos favoritos de la AFC, sino que, a excepción de a los Broncos, no ha sabido ganarle a rivales que no fueran divisionales. La plantilla se había reforzado en algunos puntos, pero obviando las necesidades que muchos han venido clamando desde la pasada offseason.

El rendimiento del equipo ha sido tirando a desastroso. Durante la mitad del calendario jugado, los Colts han cosechado 4 victorias y 5 derrotas, un resultado muy alejado de lo que muchos esperábamos de ellos. Si observamos los partidos con lupa, veremos que, a pesar de algunos males endémicos, sobre todo de la ofensiva (turnovers, penalizaciones, mala ejecución, inicios lentos...), el equipo ha tenido ocasiones de ganar en la mayoría de los encuentros.

La falta de preparación, el bajo rendimiento de algunas piezas y, quizás, la confianza excesiva en el proyecto, llevaron a los Colts a perder con todas las letras contra los Buffalo Bills en la primera jornada. Los de Rex Ryan les pasaron por encima en todos los sentidos. Plantearon un partido de football dominante, asfixiaron a la ofensiva y no le dieron ninguna oportunidad a la defensiva.

A la semana siguiente recibieron en casa a los Jets, y fueron vapuleados por segunda vez en el año. El ataque era reprimido por completo. Los turnovers y las faltas mataron los drives que un Andrew Luck taciturno y dubitativo intentaba armar lentamente. Saltaban las alarmas. El equipo hacía el ridículo en la televisión nacional y a hora de máxima audiencia. Un Monday Night para olvidar.

Más tarde llegarían los tres encuentros divisionales seguidos. Primero contra los Titans de Mariota, en un encuentro con una primera mitad prometedora, pero que pudo ponerse muy crudo si Luck no reacciona a tiempo, arma la remontada, y la defensa frena una conversión de dos puntos que hubiera empatado el partido. Tras este partido salta la noticia: Andrew Luck está tocado. Tiene el hombro de lanzar herido, y se rumorea que podría arrastrar una lesión en las costillas desde el inicio de la temporada. Una buena excusa para su mal nivel del juego.

El siguiente enfrentamiento, contra los Jaguars, se gana con Matt Hasselbeck organizando un ataque más conservador y soltando el balón con rapidez. Un ataque que, de no ser porque los Jags se empeñaron en perder cometiendo varias estupideces y fallando un par de field goals, no hubiera servido de mucho contra uno de los peores equipos de la competición. Las cosas no estaban bien. Un inicio de liga nefasto, podríamos decir. Ni rastro de todos los sueños y quimeras que desde los medios cercanos a la organización nos habían vendido unos meses antes.

El partido contra los Texans en la quinta jornada sería un soplo de aire fresco. Con Hasselbeck establecido como titular, manejando un ataque de forma magistral y demostrando que probablemente sea el mejor QB suplente de la NFL, se consiguió vencer a unos Tejanos muy lejos también del talento que tienen y las expectativas que habían creado, perdidos, poco resolutivos y dando la sensación de que no tienen mucha idea de hacia dónde van.

Luego llegó el famoso partido de la famosa jugada que pasará a la historia como una de las más ridículas, y a pesar de la derrota, a pesar de la jugada, los Colts le plantaron cara a sus máximos rivales y estuvieron cerca de darles un disgusto. No se consiguió cumplir con uno de los mayores objetivos de la presente campaña: ganar a Nueva Inglaterra; pero es cierto que a pesar de muchos factores, los Pats no fueron capaces de pasar por encima de Indianapolis.

El buen nivel de Luck contra los Patriots y la imagen floja que había dado hasta el momento la secundaria Nueva Orleans, hicieron que muchos pensáramos que los Colts atacarían duro por aire a los de Brees y se establecerían con una victoria. No fue así. La defensa de los Saints volvió loco por completo a Luck, que durante la primera mitad estuvo perdido y sin ver ninguna luz al final del túnel. En la segunda mitad, tras un discurso encendido de Chuck Pagano, tanto Luck como el resto de la ofensiva sacaron redaños para intentar montar una remontada que, al final, no fue posible. Nueva derrota. Rumores de posibles despidos. Mal rollo en las oficinas. El director general y el dueño a los gritos delante del vestuario. En fin, una locura.

La siguiente jornada se viaja a Carolina para enfrentarse a uno de los equipos imbatidos hasta el momento. Un buen intento para demostrar que la tormenta a la que se ven sometidos fuera del campo no les afecta como jugadores. Nada. Carolina domina en ataque y en defensa y cuando la ofensiva Colt despierta e intenta armar una remontada épica, al final ni todo el arrojo del mundo es suficiente. ¿Les suena de algo?

Tres victorias y cinco derrotas hacen necesarias ciertas medidas. La primera es la decisión de Chuck Pagano de prescindir de los servicios como coordinador ofensivo de Pep Hamilton. En su lugar, Rob Chudzinski, mano derecha del propio Pagano, tomará las riendas del ataque.

La semana pasada, partido emocional como pocos, con el Lucas Oil Stadium recibiendo a su viejo ídolo a punto de romper dos de los récords más importantes de la NFL. Yardas lanzadas y victorias acumuladas en toda una carrera. Peyton Manning salió al estadio que lo vio crecer como deportista profesional con la idea de robarle los récords al bueno de Brett Favre (sobre todo el que a victorias se refiere); pero Andrew Luck, Rob Chudzinski, Frank Gore y el resto de los muchachos decidieron aguarle la fiesta de los récords al genio.

Las cosas pintaban bien por primera vez este año. El ataque conseguía burlar a la que hasta ese momento estaba considerada la mejor defensa de la competición. La defensa local frenaba la carrera y el pase y dejaba a Peyton a escasas yardas de romper su récord. La victoria y el buen juego ante uno de los equipos más fuertes de la NFL eran un buen soporte en el que apoyar una resurrección de cara al final de la temporada.

Y entonces supimos que Andrew Luck se lesionaba de nuevo. Parece serio. Parte de los músculos del abdomen desgarrados y un riñón lacerado. Una lesión que dice mucho de todo lo que rodea al equipo y cómo está estructurado. Uno de los factores que creemos ha sido importante en el supuesto fracaso de Luck, ha sido la obligación que haya podido sentir de tener que ganar él los partidos. Esto le ha podido llevar a cometer equivocaciones. A tener que forzar más de la cuenta. A salir con el balón y el hombro por delante para ganar un mísero primer down porque no tiene un sólo receptor abierto. En una jugada de este estilo se supone que se ha lacerado el riñón; pero no hay que olvidar todo el castigo que lleva recibiendo desde que llegó a Indianapolis, casa que le ha fallado y no ha sabido protegerlo.

Tal y cómo queda el calendario (restan los partidos contra Falcons, Buccaneers, Steelers, Jaguars, Texans, Dolphins y Titans), no parece descabellado que los Colts, comandados por el veterano Matt Hasselbeck, se hagan un hueco en playoffs como representantes de la AFC Sur. Dicen que Luck estará fuera de 2 a 6 semanas, pero es posible que termine siendo más. Que esté fuera del campo de juego el tiempo que sea necesario. Sacarlo antes de hora, sin haberse recuperado completamente, puede hipotecar su futuro, y por extensión, el futuro del equipo. Si esta lesión no le abre los ojos a Jim Irsay, todo está perdido.

El cambio es necesario. Salvo milagro, Chuck Pagano tiene los días contados como entrenador de los Colts. Parece que Irsay quiere un entrenador de carácter y nombre para dirigir el futuro de la herradura. Se barajan varios nombres. Sean Payton. Jim Harbaugh. Nick Saban. Cualquiera de esos tres querrá tener control sobre muchos aspectos en los que Pagano ni hubiera soñado tener durante su estancia. Eso significa que si de verdad Irsay quiere un gran nombre que lleve al equipo a lo más alto, el papel de Ryan Grigson, director general, se vería muy reducido.

Todavía es pronto para tirar la toalla y pensar nada más que en el año que viene. Depende de lo grave que sea su lesión, Andrew Luck puede tener tiempo para recuperarse hacia el final de la temporada regular. Con Hasselbeck bajo centro y el nivel de la división, es más que posible que los Colts terminen jugando en playoffs, y si Luck está completamente recuperado para entonces, cualquier cosa es posible.





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