lunes, 26 de octubre de 2015

Discurso encendido (Saints 27 - Colts 21).



Que nadie se deje engañar por el resultado. Los Indianapolis Colts se dejaron ganar la partida una vez más y por segunda vez consecutiva, esta vez contra los irregulares New Orleans Saints. Ni el espíritu de la heroica, ni los big plays de última hora, ni siquiera un onside kick pateado a la perfección, consiguieron que los de la herradura se sobrepusieran de toda una primera mitad de mal juego.

Se sufrió en defensa, se sufrió en ataque, y lo más triste de todo es que Andrew Luck no termina de levantar cabeza. Era un partido importante para ambos equipos y los Saints supieron aprovechar la falta de ritmo del equipo local durante la primera mitad, para relajarse y disfrutar del espectáculo. Después de una segunda mitad bien diferente, los de la herradura estuvieron a punto de darle la vuelta al resultado, pero no fueron capaces de superar el lastre que el mal juego de la primera parte reflejaba en el marcador.

Los Saints hicieron un gran partido. Drew Brees conectaba a placer con sus objetivos. El juego de carrera funcionaba. Jordan Cameron estuvo brutal y demuestra partido a partido que es la piedra angular de la defensa de la flor de lis, defensa que anuló por completo a Luck durante la primera mitad. Mark Ingram dejó en ridículo al front seven de los Colts. En 14 carreras consiguió 143 yardas y un touchdown.

Los Colts se dejaron llevar por los mismos errores que llevan arrastrando este año (turnovers, lluvia de pañuelos, pases incompletos, placajes fallados, etc...) e intentaron la remontada con desesperación. A pesar del resultado adverso pareció que podrían conseguirlo, pero esta vez sus propios errores fueron una losa imposible de levantar. Es posible que si el resultado hubiera sido distinto, la crónica de hoy no fuera tan pesimista; pero al final del día lo que importan son los resultados, y gracias a la derrota es más sencillo ver los defectos, que saltan a la vista, y que evidencian que este equipo está a años luz del nivel que nos querían vender desde los medios hace apenas unos meses.

Nadie esperaba que la defensa fuera a anular por completo a la ofensiva comandada por Brees, pero tampoco que les iban a endosar 187 yardas de carrera. La línea defensiva, que era la gran esperanza de esta defensa, fue puesta patas arriba, regresando al nivel de otros años. La secundaria sufrió, sobre todo del lado de Greg Toler, y de no ser por un error de Marques Colston, no hubiera se hubiera conseguido la intercepción de Vontae Davis.

La presencia de Robert Mathis, que tuvo más snaps que en encuentros anteriores, fue prácticamente la única amenaza que supo generar el maltrecho pass rush de los Colts. Los linebackers interiores siguieron sufriendo en cobertura y dejaron que el juego de carrera de los Saints les hiciera varios big plays. Hay que darles crédito por cómo jugaron durante la segunda parte. Todo el equipo, y en especial la defensa, salieron muy motivados del vestuario.

A pesar de las oportunidades que la defensiva le dio, Andrew Luck no supo sacarle partido y darle la vuelta al resultado. Durante la primera mitad se le vio confundido. Los Saints lo engañaron, cambiando constantemente entre coberturas al hombre y en zona que el de Stanford no supo descifrar. Luego un par de big plays a T.Y. Hilton, que no sirvieron más que para abultar el resultado. No es una sorpresa que Luck no está teniendo su mejor año. No lanza con la precisión con la que solía hacerlo. Quizás la lesión en el hombro le esté afectando más de lo que quieren que creamos.

Dicen que Chuck Pagano, que tiene los días contados como entrenador principal en Indianapolis, subió de tono el clásico discurso del medio tiempo. Un hombre que tiene fama de tranquilo y poco agresivo, embroncó a sus hombres como nunca antes había hecho. Los Colts salieron en la segunda mitad a por todas, pero ni los gritos de Pagano fueron suficiente para que le robasen la victoria a los de Nueva Orleans. Uno podría pensar que el resultado es muy justo, pero no refleja en absoluto el grave problema que tiene este equipo. Hay un mal endémico que plaga a esta plantilla y ese es el de los inicios lentos. ¿Falta de preparación? Todos los dedos señalan hacia la misma cabeza, la de Chuck Pagano. El problema va más allá de un nombre y se extiende por todo el cuerpo técnico, algunos de los jugadores y también la dirección general. Dicen que precisamente en el medio tiempo, Jim Irsay y Ryan Grigson tuvieron una charla "encendida". Que el dueño y el director general se peleen durante un partido dice mucho de una casa que pide a gritos ventilación y una buena limpieza.

Lo que resulta curioso, es que gracias al pésimo nivel de la AFC Sur, los Colts tienen muchas oportunidades de llegar a jugar en playoffs. Ganar la división no debería ser motivo suficiente para que no hubiera cambios en la franquicia. Ni el equipo es tan bueno como nos quisieron vender, ni sus mejores jugadores están rindiendo a su máximo nivel. Hay un problema de base.

Dos de los tres equipos a los que se enfrentarán próximamente están imbatidos. Primero serán los Panthers de Cam Newton, después los Broncos y, tras la semana de descanso, los Falcons, que sólo han perdido un partido. No parecen encuentros que, en principio, vayan a favorecer a los Colts. Que la casa está en llamas no debería sorprender a nadie. Es el momento de mirar hacia dentro y analizar qué es lo que está fallando.

Hace tiempo que los inicios lentos de partido ya no son emocionantes. Tener que intentar ganar por la heroica no siempre sale bien. No sirve de nada quedarse a una anotación cuando has dejado que te pasen por encima previamente. No puedes desaprovechar un drive tras otro en ataque por culpa de faltas y pases incompletos para luego tener que decidirlo todo en un onside kick. Los Colts no han mostrado contundencia en ningún momento. No parece que sean capaces de montar un juego sostenido. Aún es pronto y hay tiempo para reaccionar, pero tal y cómo pintan las cosas no parece que eso vaya a suceder pronto.
 







Fotografía: R. Brent Smith

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