lunes, 14 de septiembre de 2015

Del fuego: las cenizas y el humo (Colts 14 - Bills 27).



Al fin había llegado el día. Después de mucho esperar, Indianapolis iba a jugar su primer partido de la temporada. Reunidos alrededor de la televisión esperábamos como niños pequeños a que empezara el espectáculo. Expectantes. Nerviosos. Sobreexcitados. Los Colts salieron al campo y no fueron ni una sombra de lo que nos habían prometido que serían. Pasaban los minutos y no dábamos crédito a lo que veíamos. Una defensa que no dio muy mala imagen, pero que encajó 27 puntos. Un ataque sobrepasado en todo momento. Unas estrellas que no brillaban. Pasaron los cuartos y esperábamos, ilusos de nosotros, que Comeback Kid se hiciera con el control del partido y remontara en el último cuarto, como tanto nos gusta. No fue así.

Los Bills arrollaron por completo a unos Colts que cometieron muchos errores, se dejaron vapulear y dieron una imagen lamentable. No es una excusa que los Bills hicieran un partido casi perfecto. Se cometieron errores, uno tras otro, que condicionaron por completo el ritmo del partido. La temporada es larga, y lo que hoy da vergüenza mañana puede ser un equipo ganador. Las cosas cambian y cambiarán en estos meses, pero un debut como el de Indianapolis no lo quiere nadie.

La defensa de los locales, a pesar de no contar con una de sus grandes estrellas en la línea defensiva (Marcell Dareus) fue un rodillo sobre el ataque blanquiazul. Supieron cubrir a los receptores, sin dejarles una pulgada de separación e impidiendo que generaran yardas tras la recepción. La presión en el pocket fue brutal, pero sin descuidar los emparejamientos. La carrera fue frenada. Una de las mejores defensivas de la liga que salió a jugar su partido y a hacérselo pasar mal al visitante.

En ataque, las cosas han cambiado en Buffalo. Tyrod Taylor puso sus cartas sobre la mesa, y no tiene mala mano. Se mostró como un QB paciente y buen gestor de la ofensiva. Repartió handoffs a sus corredores a diestro y siniestro, sorprendiendo con buenos pases medios y alguna bomba como la del primer TD a Percy Harvin. Por tierra lo hizo bien y supo aprovechar los huecos que la defensa rival dejaba. El backfield de los Bills sufrió al inicio, pero entre Carlos Williams, LeSean McCoy y el propio Taylor casi le cuelan a los Colts 150 yardas de carrera.

El desastre de los de la herradura se fue fraguando poco a poco, jugada a jugada. Penaltis estúpidos. Malos lanzamientos. Malas recepciones. Placajes fallados. Fumbles. Un field goal fallado. En fin, todo lo que podía salir mal, salió peor.

La defensa dejó un gusto agridulce. Funcionó bien durante muchas jugadas, pero dejó que le provocaran demasiados big plays. La línea defensiva, de la que tanto se ha hablado en las últimas semanas, dio buena impresión y funcionó mejor de lo esperado. David Parry aguantó el tipo y tanto Henry Anderson como Kendall Langford estuvieron a la altura. Por otro lado, la zona central volvió a estar mal protegida, y el pass rush apenas existió. Lo más significativo es que Vontae Davis eclipsó por completo a Sammy Watkins, que no vio un solo balón. Sin embargo, Darius Butler tuvo una tarde complicada. Funciona mejor en contra el slot que en el exterior. La lesión de Greg Toler está empezando a pesarle a la secundaria.

En ataque las cosas fueron aún peor. Empezando por Andrew Luck, que no jugó nada bien. Es cierto que no tuvo mucha ayuda, pero se le vio confundido y cometió errores imperdonables. Completó 26 de los 49 pases que lanzó para 243 yardas, 2 touchdowns y 2 intercepciones. Si Luck no juega bien, el equipo no juega bien.

La línea ofensiva sufrió muchísimo, y su rendimiento afectó al rendimiento de Luck. No fueron capaces de contener a la línea defensiva contraria y los continuos blitzes que Rex Ryan lanzó sin piedad desde la banda.

El backfield no funcionó, pero tampoco le dieron opciones en ningún momento. Frank Gore empezó con fuerza, pero tuvo que cargar con el lastre de una selección de jugadas nefasta. Se ha gastado mucho trayéndole desde San Francisco y parece un poco absurdo no usarlo. Es cierto que se lesionó y tuvo que salir del campo por un calambre, pero 8 acarreos para el veterano son muy pocos. 4 para Luck, otros 4 para Robinson y 1 para Varga. 13 jugadas de carrera (sin contar los scrambles de Luck) contra 49 pases. La estadística lo dice todo.

La peor noticia: la lesión de T.Y. Hilton en la rodilla. Las pruebas dicen que no hay nada roto, pero es posible que tarde unas semanas en recuperarse. Fue el mejor del cuerpo de receptores con 7 recepciones para 88 yardas. Donte Moncrief atrapó 6 recepciones para 46 yardas y un touchdown, pero tuvo un par de drops sospechosos. Andre Johnson fue una sombra de lo que fue en Houston. Aún es pronto para condenarle, pero no dio muy buenas sensaciones precisamente. Phillip Dorsett tuvo un par de recepciones buenas, pero también dos fumbles en dos retornos, uno de ellos recuperado por los Bills y que mató las esperanzas de remontada tras un tres y fuera de la defensa muy oportuno.

No funcionó nada y los Bills no perdonaron. Hay una falta de disciplina que no veíamos desde que Pagano aterrizó en el vestuario. Se cometieron faltas que mataron por completo varios drives que podrían haber sido decisivos. Se volvieron a cometer demasiados turnovers. Se tardó muchísimo en cogerle ritmo al juego y cuando se hizo era demasiado tarde. Los Bills fueron mejores en todos los aspectos del juego, en el campo y en la banda.

Es cierto que es muy pronto para dejar que una sola derrota condicione todo un campeonato, pero una paliza como la que recibieron los Colts este domingo agrava los rumores de desentendimiento entre Ryan Grigson y Chuck Pagano.

Aún queda mucho camino por recorrer y, a pesar de la desilusión que un espectáculo así nos genera, a los aficionados de los Colts no nos asustan los malos inicios de liga. Han quedado en evidencia varios de los temores que el equipo provocaba, pero es el mejor momento para que salgan a flote y se pueda trabajar en ellos.

Este domingo por la tarde teníamos muchas ganas de verlos enfrentarse a una verdadera prueba de fuego, pero del fuego no han quedado más que cenizas y humo.





Fotografía: Gary Wiepert

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